Antes de hablar de la importancia de la firma electrónica en cualquier sector, especialmente en el jurídico, debemos explicar brevemente lo que es una firma electrónica y cuáles son sus características así como sus niveles de confianza y seguridad.
Cuando se firman datos, el firmante indica la aceptación de unas condiciones generales y unas condiciones particulares de manera explícita o implícita. En concreto la firma electrónica de datos, es la firma realizada con medíos electrónicos, por ejemplo, con dispositivos de captura del grafo de la firma manuscrita, dispositivos de captura de voz para poder grabar al firmante aceptando un contrato e incluso con otro tipo de dispositivos que capturen parámetros propios de un firmante como puede ser una foto de su cara, iris del ojo, huella dactilar, etc.
Dentro de la definición de firma electrónica, podemos distinguir tres clases:
Para que un contrato tenga validez jurídica, salvo en aquellos casos en que la ley requiere de determinada formalidad (por ejemplo, que deban constar en escritura pública), basta la manifestación del consentimiento de las partes contratantes, manifestación que se puede expresar, entre otros, electrónicamente. Los contratos firmados por vía electrónica producirán todos los efectos que se derivan de la firma por escrito previstos por el ordenamiento jurídico siendo este soporte admisible en juicio como prueba documental.
Respecto de los documentos electrónicos privados en los que se hubiese utilizado un servicio de confianza no cualificado, cuando se dude de su autenticidad, integridad, precisión de fecha y hora u otras características del documento electrónico, el que lo presente puede pedir su inspección pericial o proponer cualquier otro medio de prueba que resulte útil y pertinente. En caso de impugnarse la autenticidad, la prueba corresponde a quién lo aporta. Por el contrario, si se ha usado un servicio de confianza cualificado, será este proveedor de servicios el encargado de validar la autenticidad del documento y su firma.
Por lo tanto, los documentos y firma electrónica tienen todos valor y eficacia jurídica, como los manuscritos, pero el grado de robustez jurídica depende de la capacidad de para su validación en caso de impugnación.
Con la firma electrónica reconocida o cualificada se obtiene un grado mucho mayor que con la simple o con una firma manuscrita con boli y papel. Pero la elección del tipo de firma depende lógicamente de las necesidades internas de cada compañía porque su implementación, según el tipo que sea, varía en coste y complicación. Lo habitual es que la firma simple se use para transacciones de escaso valor o riesgo y la cualificada para aquellas que requieren el mayor grado de seguridad.
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